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 Econ�micas
"La revoluci�n verde no logr� poner fin al hambre en mundo"
13/08/2014

Argentina tiene excedentes de producci�n hace m�s de un siglo, y a�n atraviesa un grave problema de distribuci�n

 

Mientras la Argentina debate un nuevo marco legal para las comercializaci�n de semillas y el posible tratamiento de una Ley de Agricultura Familiar, la Facultad de Agronom�a de la UBA (FAUBA) reuni� a especialistas de diferentes regiones del pa�s, as� como de Uruguay, Brasil y Espa�a, para reafirmar el compromiso de las universidades y otros centros de investigaci�n con la difusi�n de la agroecolog�a como un modelo alternativo a la producci�n industrial.

La cita se dio el viernes pasado en la FAUBA, ante un sal�n colmado de productores familiares, t�cnicos, investigadores y estudiantes de Agronom�a, Ciencias Ambientales y otras carreras vinculadas con el sistema agroalimentario. El debate gir� en torno de la distribuci�n de alimentos, el impacto de los agroqu�micos en la salud humana y el acceso de los peque�os productores a las semillas que, destacaron, involucran mucho m�s que la gen�tica, e incluyen la historia de los pueblos, entre otros aspectos antropol�gicos, sociales y econ�micos.

"La Revoluci�n verde no logr� poner fin al hambre en mundo, cuando desde hace dos d�cadas existe una sobreoferta de alimentos. La Argentina tiene excedentes de producci�n hace m�s de un siglo, y a�n atraviesa un grave problema de distribuci�n", advirti� Carlos Carballo, coordinador de la c�tedra de Soberan�a Alimentaria de la FAUBA.

Esta contradicci�n entre excedentes productivos y la falta de acceso a los alimentos, significa una responsabilidad del Estado. As� lo subray� Marcos Filardi, coordinador del Seminario de Derecho a la Alimentaci�n de la Facultad de Derecho de la UBA y miembro de la C�tedra Libre de Soberan�a Alimentaria de la Facultad de Medicina de la UBA.

"El derecho a la alimentaci�n adecuada es un derecho humano, reconocido en tratados internacionales que en la Argentina tienen la m�xima jerarqu�a normativa. El Estado debe intervenir para garantizar el acceso f�sico y econ�mico a la producci�n y al consumo de alimentos", dijo Filardi, para quien la falta de acceso a las semillas -base del sistema alimentario-, viola la legislaci�n internacional, como tambi�n sucede con los derechos a la propiedad intelectual, que no podr�an estar sobre el derecho a la alimentaci�n adecuada.

Carballo se�al� que es necesario avanzar hacia modelos alternativos al sistema agroalimentario vigente, mediante la agroecolog�a, teniendo en cuenta el uso de los recursos naturales, la producci�n de alimentos sanos y las condiciones justas de comercio. "Sin agricultura familiar, los alimentos son s�lo una mercanc�a", asegur�.

En la misma t�nica, el espa�ol Eduardo Sevilla Guzm�n, considerado un pionero de la agroecolog�a, director del primer Doctorado que se dict� en Europa sobre este �rea y asesor de movimientos sociales, sostuvo que "el pensamiento cient�fico empieza a aceptar que necesita completarse con otras formas de conocimientos como el de la agroecolog�a, basada en el campesinado y los pueblos ind�genas, seg�n la cual es posible producir sin deteriorar el ambiente y sin l�gica de lucro". Adem�s, llam� a alentar el desarrollo local con la generaci�n de mercados alternativos donde interact�en productores y t�cnicos.

Por la Universidad Nacional de General Sarmiento, Walter Pengue critic� la situaci�n alimentaria mundial, el uso irracional de los bienes naturales y el rol del sector agropecuario como proveedor de bienes con otros destinos, como los biocombustibles, en un mundo con poblaci�n creciente. Asimismo, se interrog� sobre la posibilidad de alcanzar la soberan�a alimentaria con modelos que expulsan a la poblaci�n del campo, deterioran el medio y demanda un crecimiento constante de escala, sin inter�s por el bien com�n.

Acceso a semillas y mejoramiento participativo

El encuentro celebrado en la FAUBA dedic� un bloque especial a difundir experiencias regionales de producci�n, comercializaci�n y conservaci�n de semillas nativas y criollas, con casos de Misiones y Corrientes, as� como de Uruguay y Brasil. Tambi�n se mostraron investigaciones conjuntas entre universidades y productores para el mejoramiento de especies forrajeras y hort�colas, en las provincias de Buenos Aires, C�rdoba y Santa Fe.

Desde Misiones, productores, t�cnicos, funcionarios y representantes de municipios se refirieron al programa �Sostenimiento del Empleo y Seguridad Alimentaria para la peque�a agricultura familiar�, que integra a m�s de 100 agricultores con menos de 25 hect�reas, proveedores de semillas de variedades criollas de ma�z que se distribuyen a trav�s de organizaciones locales y municipios a m�s de 6500 peque�os productores, a partir de un convenio entre el Ministerio del Agro y la Producci�n de Misiones y el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Naci�n.

"Las semillas son la materia prima para el autosustento familiar de los peque�os productores", sostuvo Wilmar Baz, agricultor misionero. Junto con el acceso al agua y a la tierra, las semillas encabezan los reclamos de estos pueblos por la soberan�a alimentaria, resalt� Esther Dom�nguez, de la cooperativa Pozo Azul.

Tambi�n se present� el grupo agroecol�gico Tres Colonias, de Bella Vista, Corrientes, que impuls� un novedoso Sistema de Garant�a Participativo, con el objetivo de asegurar la calidad de sus productos. La iniciativa est� conformada por agricultores familiares, el gobierno municipal y consumidores, y creci� con la inauguraci�n de ferias locales, donde se comercializan los alimentos.

Desde Uruguay, Mariano Beltr�n aport� su experiencia como coordinador de la Red Nacional de Semillas Nativas y Criollas del pa�s vecino. Los productores trabajan junto a la Facultad de Agronom�a de la Universidad de la Rep�blica y el programa Redes para incrementar la disponibilidad de semillas criollas y contribuir a un sistema de producci�n ecol�gica de granos.

"Tenemos 190 predios familiares integrados en la red, que promueven la producci�n y el intercambio de semillas. Mediante esta iniciativa logramos rescatar m�s de 75 variedades criollas, demostramos su buen desempe�o agron�mico y visibilizamos la tem�tica", afirm�, y a�adi�. "Aumentamos la disponibilidad y consumo de estas semillas".

El debate en torno del sistema agroalimentario, incluy� a la legislaci�n sobre la comercializaci�n de semillas en el marco de la soberan�a alimentaria, que se refiere al derecho de lo pueblos a definir sus propias pol�ticas alimenticias, teniendo en cuenta la producci�n, la comercializaci�n y el consumo.

Al respecto, Daniele Nerling, de la Cooperativa Oestebio e integrante del Movimiento de los Peque�os Agricultores (MPA) de Santa Catarina, Brasil, destac� los trabajos que se vienen llevando a cabo en ese pa�s para producir alimentos saludables y rescatar la identidad cultural de los campesinos. Actualmente, hay 1300 familias que producen semillas en este movimiento, que luego son comercializadas a trav�s del Programa de Adquisici�n de Alimentos. En 2013, esta iniciativa benefici� a 70.00 familias con 2500 toneladas de poroto y 1400 de ma�z. "Buscamos afianzar una construcci�n colectiva entre el saber campesino y el cient�fico-t�cnico", dijo Nerling.

Tambi�n las especies forrajeras tuvieron su espacio, con experiencias del sector p�blico en la investigaci�n y producci�n de semillas con un enfoque agroecol�gico, como el caso de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Nordeste,  donde el equipo dirigido por Mario Urbani desarroll� tres cultivares adaptados a regiones tropicales del pa�s, que hoy est�n siendo reproducidos por peque�os productores.

Juan Marcelo Zabala, de la Universidad Nacional del Litoral, mostr� los resultados del programa de mejoramiento de forrajeras nativas a partir del cual se cre� un herbario con 20.000 ejemplares de la flora silvestre local y en 2011 se inaugur� el primer banco de germoplasma de Santa Fe, para conservar las semillas. Hoy, el equipo impulsa un programa de extensi�n con peque�os productores ganaderos del norte de Santa Fe para extender el uso de estas semillas.

El tomate platense, que casi se hab�a extinguido en los �ltimas a�os, se exhibi� a partir de la experiencia de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de Universidad Nacional de La Plata, que desde 1999 trabaja junto a productores integrados del cintur�n verde de La Plata en la recuperaci�n de estos materiales. "El tomate platense se destaca por su sabor, es r�stico y se adapta a las condiciones ambientales de la zona, lo cual ayuda a bajar las aplicaciones de agroqu�micos", afirm� Juan Jos� Garat, secretario de Extensi�n de esa Facultad.

Salud en emergencia

Investigadores de la Universidad de Buenos Aires hicieron especial hincapi� en la detecci�n de un aumento de las enfermedades que estar�an vinculadas con el manejo de agroqu�micos.

"Hemos pasado de no tener qu�micos de s�ntesis en la d�cada del 30, a tener m�s de 500.000 en la actualidad, que en su mayor�a no est�n estudiados seg�n sus efectos en la salud humana. En menos de un siglo hemos cambiado el mapa de enfermedades, en virtud de la expansi�n de estos plaguicidas", dijo Lilian Corra, m�dica pediatra, directora de la Carrera de M�dico Especialista en Salud y Ambiente de la Facultad de Medicina de la UBA.

"Los da�os de la salud pueden ser irreversibles y afectan a los productores y sus familias desde muy temprana edad, as� como a la poblaci�n rural y general", afirm�. Entre las enfermedades que aumentaron su incidencia en las �ltimas d�cadas, se�al� la infertilidad, el c�ncer infanto-juvenil y del adulto, las enfermedades endocrinol�gicas (diabetes, hipo e hipertiroidismo) e inmunes.

Al mismo tiempo, se�al� que "pr�cticamente no hay planes internacionales o informaci�n actualizada de la Organizaci�n de las Naciones Unidas para la Alimentaci�n y la Agricultura (FAO) o de la Organizaci�n Internacional de la Salud (OMS), que los gobiernos utilizan para tomar informaci�n y regular los herbicidas".

Por su parte, el m�dico Nicol�s Loyacono, coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud, advirti� que hoy se hacen pulverizaciones en zonas cercanas a hospitales y escuelas, y en pueblos y ciudades del pa�s que lindan con campos sembrados con cultivos transg�nicos, donde el problema se agrava.

"No hace falta esperar a que la poblaci�n est� afectada, hay mecanismos para encontrar el problema de manera temprana", concluy�. (Fauba)

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